Abominable actitud de no querer compartir,
juguetes, hijos, personas y cuantas cosas, sin fin.
Enferma necesidad de autoafirmarse servil
a través de entes externos, que atesora en su cubil.
El mezquino cree que es menos si comparte su bonanza,
teme que alguien le robe, el pobre fiel de su balanza.
Desequilibra al pensar que puede perder ganancias.
Y por tener tanto miedo, va cayendo en su falacia.
Enferma el alma que a oscuras esconde sus pertenencias,
haciendo de esto, indolente, los preceptos de una ciencia.
Por no compartir se pierde lo mejor de la existencia,
despreciando del Señor, su magnífica presencia.
Aquel que nos enseñara que el dar es un don divino
y un pecado capital: Atesorar sin motivo.
Porque agita la moral en las conciencias en vilo,
que no atinan a entender que compartir: Es Dios Trino.
Daniel Palavecino
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9 junio 2008
9 junio 2008
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