Dolorosos bofetones que intentan llevarme al suelo.
¡Y Dios sabe no merezco tribulaciones malsanas!
que me producen escarnio y me laceran el alma.
Entender pues los motivos que no me dejan dar talla
a la vida que me labro, con arado de esperanzas
y la yunta que lo arrastra; bueyes de amor y magia.
Tal entonces la tarea para zafar de la insana
suerte que no me da tregua, mas no oscurece mis ansias;
porque al fin me pertenece, todo pez que nade en mi agua.
Debe haber algo, presiento, que espera a por mí mañana
que es un premio justo a tanta, artera racha tirana.
Ya falta poco, lo siento. ¡Todo viento troca a calma!
Daniel Palavecino
Derechos de autor
5 julio 2014
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