Los mismos montes que otrora oyeran de Mi decir:
“Ámense como los amo”, asisten hoy a la vil
matanza de niños sanos de tu impudicia infeliz.
Me invocas en religiones que no debí permitir,
olvidando te he ordenado: “Dejad que Éllos vengan a Mi”
Por una franja de tierra, que enlutas y a sangre riegas
pretendiendo te germinen… ¿Qué cosas?... ¡Insana fiera!
Tú mancillas el pesebre en que nací y me vieras
ejercer la humildad, en proa y a toda vela.
Hoy tus vientos son de muerte y saben a noche negra.
¡No te he “Prometido Tierra” para que inmoles criaturas!
A tu cubil Yo maldigo en infiernos y en clausuras
de Cielos que no mereces. ¡Qué mal hiede mal tu andadura!
Daniel Palavecino
Derechos de Autor
2014
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