Hay un camino, silente y solitario,
que espera a por dos, que lo transiten,
olvidando las heridas del pasado,
hombro a hombro y tomados de la mano,
sin que ningún pecado los limite.
Retozando como dos peces de acuario,
con ese amor que en besos, se transmiten.
Meandroso, incierto y lleno de calvarios,
trabó nuestro andar y nos volvimos tristes,
por no entender nunca que abrazados
y con la fé del mandato por Dios dado,
tropiezos no hubieran sido posibles
y la suerte fuera un digno corolario
de un amor, que en almas nuestras, redime.
Sus señales, ya no nos son cuestionario
y aprendimos a leerlas y sus matices.
Aún nos guían, si no hemos sufrido en vano
y nuestro orgullo no se convierta en tirano,
emprendiendo a por él, sin días grises.
Renovando nuestro aliento diario a diario,
boca a boca sin mirar las cicatrices.
Aún te invito a caminar, te doy mi mano.
por el camino que va, a ser felices.
Daniel Palavecino
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4 Febr. 2010
4 Febr. 2010
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