Después de duras batallas del amor en bandoleras,
inauguremos el día, de rendición y cuenta nueva.
Con nuestro amor en vanguardia y la ilusión de retaguardia,
seamos soldados felices, de izar la bandera blanca.
Porque la guerra consume, intenciones, cuerpo y alma,
renovemos nuestros dones, de plenitud y confianza. 
Adalides de la paz y no de gruesas murallas,
paladines de lo honesto, sin rencores, sin metralla.
Inauguremos el día, donde el destino sea el alba.

(Yo nunca supe pelear, sino con katana blanca )