¡Antes que la flama muera tristemente en candelabros!
Dejando atrás tus orgullos, demonios que nos agitan...
Como hormigas en mal sitio: ¡Comen el pan de tu mano!
Si lo haces te prometo devolver tu gentileza,
¡Con un rosario de besos por donde más te apetezcan!
Entenderme no es dífícil, aunque pueda ser pueril...
Si me miras con el alma: ¡Verás que me haces feliz!
Rebuscadas tus razones por resistirte a mis manos.
¿No ves que son tus pichones que te reclaman malcriados?
Por tenerte y por tocarte es que se inquietan mis dedos...
Más no sea que a lo lejos: ¡Los vayas a echar de menos!
Tarde será para entonces... a la luz de tus candiles.
Busquen tus ojos febriles mi presencia inescrutable.
Y encuentres sólo recuerdos que te hiervan en la sangre.
Por nuestras cálidas noches: ¡Llorarás inconsolable!
Recordarás las pasiones que animaran nuestras carnes.
Como brasas asesinas. ¡Impiadosas en su hambre!
Nuestra almohada abrazarás como si fuera mi cuerpo.
¡Te quedarás con mi aliento, para siempre en tu aire!
Entiende mi dulce amada, tu verdad, pues es ahora
donde lo decides todo... ¡Porque ha llegado tu hora!
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Daniel Palavecino
Derechos de Autor
21 Noviembre 2007
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