lunes, 11 de mayo de 2015

EL JARDINERO



Un día regó una flor pues mustia la presentía.
¡Es un pimpollo!... se dijo, pero era una mentira.
Era una Rosa ya grande, sedienta de invernaderos.
Cuidados le prodigaran. Donde brotar devaneos...

Total que salvó su vida a fuerza de sus desvelos.
¡Volvióse tersa y fragante!... Y enamoró al Jardinero.
Por un tiempo fue su sueño, su delirio y alegría.
Pero él sabía que un día. Secretos revelaría...

Sus pétalos tan amados cubrían cruel profecía
que en noches plenas de insomnio... ¡Con dolor descubriría!
Néctar veneno que haría, sufrir al poeta atento,
quien la cuidó con esmero. Frustrando vil, sus intentos...

Laceraron mil heridas su tallo de espinas lleno.
Y su jardín y su alma... ¡De su sangre se cubrieron!
Postrer hálito de luz, le daría en su querencia.
Pero la rosa reía. ¡Orgullosa de su esencia!...

Justicia del Universo marcando fiel su presencia,
se haría porque pagara... ¡Tanta maldad sin sentencia!
Hincando la propia espina, de su tallo indecorosa
en su seno y a la fuerza. ¡Marchitando así a la rosa!...

Jardinero busca olvido de esa experiencia luctuosa.
No dudes en cultivar... ¡Otras flores más hermosas!
Que te agradezcan perennes, con su perfume prístino.
Todos te vean un día. ¡Compartiendo tu camino!...

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Daniel Palavecino
Derechos de Autor
5 Enero 2008
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